Los Insectos


Los insectos, también llamados hexápodos (que tienen seis patas), constituyen uno de los grupos de artrópodos más importante y diversificado de todo el reino animal. Para alcanzar a comprender este extremo, basta con decir que existe alrededor de un millón de especies descritas, pero en realidad existen muchas más sin clasificar.

 
Existen fósiles de insectos del periodo Devónico, y se sabe que en el Carbonífero había grandes libélulas y cucarachas; se estima que fue a finales del Paleozoico el momento en que alcanzaron su máximo desarrollo evolutivo, no sufriendo desde entonces variaciones de importancia.
 
 

Los insectos constituyen uno de los grupos de artrópodos más importante y diversificado del reino animal.

Características generales

Existen numerosas formas, estructuras y adaptaciones de insectos que derivan de su elevado número. Han conseguido poblar ampliamente los medios acuáticos y terrestres, y los hay herbívoros, carnívoros y parásitos. Generalmente son pequeños, al objeto de que el peso del esqueleto quitinoso que les protege no les impida desplazarse.

En muchos de ellos, los colores tienen funciones miméticas y de autodefensa; en otros se despliegan muy llamativamente para captar la atención de los machos, a la vez que suelen tener sabor desagradable para sus posibles depredadores. Las bellas y llamativas mariposas han desarrollado también un método de autodefensa, mostrando en las alas dibujos de grandes y falsos ojos que espantan a sus potenciales enemigos.



El cuerpo de los insectos está dividido en tres regiones segmentadas: cabeza (con 6 segmentos), tórax (con 3 segmentos), y abdomen (con 11 segmentos máximo). Los tres segmentos torácicos son el protórax, el mesotórax y el metatórax, cada uno de ellos con un par de patas locomotoras articuladas formadas por artejos (coxa, trocánter, fémur, tibia y tarso), y generalmente con dos pares de alas en el mesotórax y metatórax; las patas son en general marchadoras, pero también pueden estar modificadas para excavar, nadar, saltar, etc.



En la cabeza se distinguen un par de ojos compuestos y muy complejos, un par de antenas articuladas de naturaleza sensitiva, y en medio de éstas varios ocelos. El aparato bucal está rodeado de una serie de piezas: el labro, el labio, dos maxilas, dos mandíbulas y los pedipalpos; pueden estar adaptadas al régimen alimenticio (masticar, lamer o succionar).

La respiración de los insectos se realiza a través de un sistema de tubos o tráqueas muy ramificado. El sistema traqueal comunica con unos pequeños orificios situados linealmente en los segmentos torácicos y abdominales llamados espiráculos.
El aparato digestivo está alojado en el interior de la cavidad corporal. Se distingue el intestino anterior, medio y posterior. Se inicia en la boca (donde desembocan dos glándulas salivales), le sigue el esófago, estómago, buche, y a través de un intestino finaliza en el ano. La excreción se realiza al final del tubo digestivo, mediante los llamados tubos de Malpigio (o Maliphi), consistentes en un manojo de pequeños tubos excretores. El sistema nervioso consta de un cerebro dorsal, ganglios subesofágicos, y un doble cordón nervioso conectado con la región cefálica que se sitúa debajo del aparato digestivo (ventral). El sistema circulatorio consta de un corazón tubular, aorta y hemocele. No poseen capilares ni venas (toda la cavidad donde se aloja el intestino está lleno de sangre).

 

Anatomía interna de un insecto

Los insectos son ovíparos; muchos presentan metamorfosis sencilla o compleja. La reproducción es siempre por sexos separados, mediante fecundación interna. Las hembras desarrollan en el orificio genital un tubo para la puesta de los huevos llamado oviscapto u ovopositor. En los machos se distinguen las armaduras genitales, consistentes en unos salientes en el extremo del abdomen para sujetar las masas de esperma.


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